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Hace muchos años efectué una llamada a la Embajada de Arabia Saudí en Madrid para informarme sobre los requisitos necesarios para tramitar el visado de entrada en su país, la respuesta fue frustrante y contundente: “No se conceden visados de turismo, solo de trabajo o si eres musulmán para peregrinar a los lugares santos”.

Durante mucho tiempo ese cerrado país se convirtió en uno de mis anhelos viajeros, ya tenía un objetivo, no cejaría hasta conseguir el dichoso salvoconducto. Paso el tiempo y siempre obtenía la misma respuesta, hasta que finalmente se abrió una pequeña puerta y se permitió de manera muy restringida el acceso al turismo y allí estaba yo volando finalmente con dirección a Riad, desde allí volé a Tabuk, antiguo centro comercial situado al noroeste del país en dirección a Jordania.

La zona del valle de Hisma es una vasta y desértica región donde subido en potentes vehículos 4 x 4 recorrí arenosas dunas y exóticos y pedregosos paisajes en un lugar que me recordaba mucho al no tan lejano desierto de Wadi Rum jordano. El día transcurrió entre saltos descubriendo enigmáticos lugares. Por la tarde presencie un bello atardecer y bebí un reposado y exquisito “gawa”, te aromatizado con semillas de cardamomo, ofrecido por un pequeño grupo de beduinos.

Había cumplido mi objetivo de recorrer las legendarias tierras de  Arabia y parecía que el viaje había empezado bien. Los demás días tuve muchas agradables sorpresas pero esas ya os las contare otro día. Insalah.

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