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La pantalla del avión

Viajo con frecuencia a Chile y siempre que puedo intento reservar en el vuelo de ida asiento en ventanilla al lado derecho del avión. Los vuelos suelen ser nocturnos y eso significa llegar a Santiago a primera hora de la mañana del día siguiente. Aproximadamente 1 hora antes de aterrizar en la capital chilena se comienza a sobrevolar la cordillera de los Andes, si el día está despejado las vistas son espléndidas con infinidad de picos con más o menos nieve dependiendo de la fecha, preciosos páramos desolados y pequeñas lagunas de colores increíbles bajo nuestra mirada, todo está tan cerca que parece que con tan solo estirar las manos podríamos tocar esos paisajes.

En algunas ocasiones el piloto avisa que a la derecha del avión, de ahí lo de escoger asiento a ese lado, tenemos el Aconcagua. Observar durante algunos minutos mientras amanece su majestuosa silueta de casi 7.000 metros de altura sobresaliendo entre todas las montañas que le rodean es un regalo para la vista y sin duda el mejor recuerdo que uno se puede traer de este largo vuelo.

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