Rate this post
Entrada a las salas del Memorial del Genocidio

Entrada a las salas del Memorial del Genocidio

Hay monumentos o lugares en el planeta que ojalá no existieran, uno de ellos es el Memorial del Genocidio en Kigali.

En mi reciente viaje por la capital de Ruanda, muchos me recomendaron  visitarlo a pesar de su dureza, confieso que tuve sentimientos encontrados, por un lado sentía curiosidad y por otro, no tenía ánimos para efectuar una visita tan dramática. Finalmente fui.

El taxista me preguntó si era la primera vez que iba al Memorial. “Es un lugar que hay que visitar me dijo, no debemos olvidar el infierno que vivió nuestro país y ojalá este memorial sirva para que todo el odio de aquellos tenebrosos días se haya trasformado en amor”.

Accedí al recinto muy emocionado, me sobrecogió el silencio.

Conocía bien la historia, había leído mucho para intentar averiguar el origen sobre la sinrazón humana que se apoderó del país en 1994 y que provocó que, durante poco más de tres meses, fueran asesinados muchos de ellos a golpe de machete, otros enterrados o quemados vivos, más de un millón de personas.

Las diferentes salas por las que fui pasando eran un tremendo puñetazo al corazón, me emocionó mucho una sala sin apenas luz donde había expuestos restos de ropa, bolsos y zapatos encontrados en fosas comunes. Eran ropas de gente sencilla, humilde y que hasta días antes de comenzar la cacería humana estaban viviendo unas vidas normales. Por desgracia parece que no aprendemos. En mi memoria aparecieron los genocidios armenio,  judío, camboyano y el de los habitantes de los Balcanes entre otros. No consigo encontrar una explicación, no sé si la hay, que sirva para averiguar qué sucede en el ser humano para cometer tantas atrocidades. Abandoné el Memorial con mucha pena.

He dudado mucho en escribir este post de hoy, sabía que no sería placentero hacerlo, pero lo ofrezco como un sincero y sentido homenaje a todas aquellas víctimas inocentes.

Deja un comentario