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Con Pep Carrio, en el centro, y Alfredo Mateos Paramio de Photosai a su derecha

Con Pep Carrio, en el centro, y Alfredo Mateos Paramio de Photosai a su derecha

Ayer, jueves 23 de junio, inauguramos en nuestra Sala de Exposiciones y Espacio de Arte de Viajes Azul Marino de Madrid, y en colaboración con Photosai, una curiosa muestra, Naufragios, del artista Pep Carrio. Viajes y arte parece que congenian bien.

La exposición está compuesta de caras y objetos creados por Pep Carrio a partir de maderas y objetos devueltos por el mar y rescatados, muchos de ellos,  en las playas caboverdianas por el propio artista.

Tras admirar detenidamente la muestra, que permanecerá colgada hasta el día 15 de julio, aprovechamos para hablar de viajes por este singular archipiélago africano situado a unos 500 kilómetros de la costa de Senegal.

Los primeros en arribar a estas islas desiertas fueron los portugueses en el siglo XV. Dios creó estas islas, cuenta una antigua leyenda, tras haber finalizado la creación del mundo. Al limpiarse las manos, los restos de arena cayeron desperdigados por el mar formando las 10 islas y algunos islotes que forman este país insular.

Para que un viaje sea perfecto deben calzar muchas piezas de un imaginario puzle y parece que en Cabo Verde eso suele suceder.

Hablamos de la cantante Cesárea Évora, su mejor embajadora, y de sus maravillosas mornas, un singular tipo de música caboverdiana, de piratas que recalaban y asaltaban sus ciudades, de ballenas y balleneros, de preciosas y solitarias caminatas, de complicadas y abruptas carreteras, de singladuras y trayectos en ferry, de volcanes activos y subidas vertiginosas, del “grogue”, un excelente ron local y que hace perder la cabeza, de ahí lo de estar “grogui”, del futbol, de las misas de los domingos, de las salinas, de las antiguas minas de carbón, de los coloridos mercados, de comidas sencillas pero sabrosas, de bellas y relucientes calles adoquinadas y salpicadas con algunas preciosas casas llamadas “ sobrados”  y sobre todo de una población cordial y hospitalaria que hace que uno se enamore de este país.

Cabo Verde no cuenta con grandes y prestigiosos monumentos, pero es maestro en enseñarnos a disfrutar del tiempo libre sin agobios ni prisas, y eso sin duda es una gran lección.

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