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Con estos calores veraniegos nadie puede negar que una buena cerveza helada es una excelente forma de mitigar las altas temperaturas, cierto, que las bebidas calientes quitan de forma más duradera la sed, pero sin duda el placer que produce ese primer sorbo de cerveza helada recién tirada es inigualable.

Hoy os contaré de una… a verdad es que fueron varias,  cervezas, que tome en pleno invierno en Tromso, en el lejano territorio del norte de Noruega.

Nada más llegar a la ciudad alguien me lanzo un reto:“Si no has estado en Olhallen, no conoces de verdad Tromso”. Resulta que esta famosa cervecería, la más antigua de la ciudad está situada frente a la antigua fábrica de cervezas noruegas Mack, se inauguro en 1.927 y parece que también ostenta el título de ser considerada la más septentrional del mundo.

Para acceder al local desde la nevada calle, hay que bajar unos cuantos escalones, un tremendo oso polar da la bienvenida. Es un local con diferentes espacios, de forma abovedada y construido con ladrillo visto. Sobre las paredes hay colgadas fotos antiguas y muchos objetos relacionados con el mundo marinero, el ambiente es excelente y sobre las pequeñas mesas de madera se van juntando enormes vasos y jarras de cristal. Decenas de grifos sirven diferentes tipos de cerveza para que cada uno pueda escoger sus preferencias. Todo un universo cervecero con múltiples posibilidades. Cervezas rubias, negras, tostadas, mas fuertes, suaves, afrutadas, con toques de sabores diversos,  densas, etc. A pesar de los -12ºC que había en aquel momento en Tromso, beber las cervezas del Olhallen fue sin duda una excelente decisión.

Antes de abandonar el local observe un cartel colgado en la pared con una curiosa advertencia: “En caso de emergencia agarre su vaso”.

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