Atlas de los exploradores españoles

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Stanley, Livingston, Shackleton y Scott, Admunsen son nombres de exploradores legendarios y de los que sin duda todos podemos contar algo sobre sus hazañas y descubrimientos geográficos. Pero ya se sabe que a menudo lo que tenemos más cerca es a lo que menos importancia damos y eso es lo que nos sucede con los exploradores españoles, muchos de los cuales contribuyeron con sus viajes y expediciones al conocimiento geográfico y científico del mundo.
Por eso el Atlas de los Exploradores Españoles, corregido, renovado y reeditado recientemente por Geoplaneta y La Sociedad Geográfica Española contribuye a conocer las proezas y andanzas de más de 200 personajes que por necesidad o por curiosidad decidieron poner tierra o agua de por medio y emprender viajes por lejanas y a menudo desconocidas geografías.
El libro esta estructurado en 8 capítulos donde irán desfilando personajes como Publio Elio Adriano, emperador hispano y viajero impenitente, Egeria, la monja viajera que en el siglo IV se lanzó desde el norte de la península ibérica hasta Siria, el judío Benjamín de Tudela que en el siglo XII realizó un largo y documentado viaje por Oriente, Ruy González de Clavijo que escribió el que está considerado como el primer libro de viajes en lengua castellana y que llegó hasta la mismísima Samarcanda, Juan de la Cosa,

creador en el año 1500 del primer mapamundi, Juan Sebastián Elcano, primer navegante que dió la vuelta al mundo, Alvar Núñez
cabeza de Vaca descubridor de las Cataratas de Iguazú, Hernando de Soto, descubridor del río Mississippi, Francisco de Orellana, primero en descender completo el río Amazonas, Antonio de Montserrat, creador del primer mapa del Himalaya, Pedro Páez, descubridor, aunque luego el merito se lo hayan apuntado otros, del nacimiento del Nilo Azul, y así página tras página
iremos conociendo las importantes, aunque a menudo silenciadas, hazañas de nuestros compatriotas.
Ahora que ha llegado el verano, que suele ser época de viajes, quizás sea un buen momento para entregarse con pasión a la lectura sosegada de este magnífico Atlas, y quién sabe si leyendo la historia de estos antiguos periplos no surjan en nosotros nuevas ideas viajeras y al igual que aquel personaje del Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad también exclamemos: “Yo también iré allí”.

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