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Birmania 1

Birmania

La primera vez que visité el país se llamaba Birmania y solo se concedían visados para un máximo de 7 días, el viaje era un no parar, había muchos sitios que visitar y poco tiempo para hacerlo, la ampliación del visado era imposible. Años más tarde el país cambio de nombre, actualmente se llama  Myanmar y las restricciones para obtener el visado se relajaron considerablemente, la junta militar en el poder quiso mostrarse algo más amable.

A pesar de los años trascurridos desde aquel primer viaje, recuerdo con deleite y nostalgia los agradables paseos por Bagán.

El tiempo en este fascinante lugar parecía haberse detenido, la quietud era la reina y nadie parecía tener prisa, ni los pocos turistas que deambulábamos por allí, ni los escasos agricultores que con sus bueyes araban con parsimonia la tierra.

Lo mejor para recorrer aquella extensa planicie de tierra rojiza de aproximadamente 40 kilometrosera alquilar una bicicleta y de esta forma poder visitar decenas, centenares, miles de pagodas y templos budistas construidas en ladrillos ocres.

La actividad se reducía a patear las ruinas y a subir lentamente los  estrechos escalones de las pagodas para, de esta forma, poder tener unas preciosas vistas de este delirio arquitectónico realizado entre los siglos XI y XIII. Si bien el paso del tiempo y las diversas invasiones sufridas en este territorio deterioraron los edificios, los adornos exteriores y las pinturas interiores de los templos y monasterios, todavía se quedaba uno impresionado de lo maravilloso del lugar. Cuesta imaginar lo que debió ser  en su época de mayor esplendor.

En aquellos años yo apenas sabía nada de la simbología budista  y del significado de cada piedra, escultura o adorno que veía, pero fue uno de esos momentos, y que no se dan en todos los viajes, que me sentí profundamente feliz.

*Junto a este escrito os adjunto unas preciosas fotos cedidas por Victor Boutchmeniouk.

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