Buda de Leshan

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El Buda de Leshan, en la provincia de Sichuan, está declarado Patrimonio de la Humanidad por Unesco. Además, es considerado por el gobierno chino como un AAAAA, es decir, la máxima calificación para un monumento. No me extraña.

Cuentan que en el año 713 a.C, el monje Haitong comenzó a esculpir sobre la montaña de roca rojiza un tremendo Buda, que alcanzaría 90 años más tarde, cuando se terminó, los 71 metros de altura.

Hay dos maneras diferentes de disfrutar del Buda de Leshan. La primera es ir con mucha paciencia y no tener inconveniente en subir y bajar centenares de escalones para internarse y rodear la montaña arropado por miles de chinos. Es entrar en una especie de catarsis colectiva en la que poco tiene que ver el ideal budista de paz y contemplación y donde resulta casi imposible encontrar un hueco para poder fotografiar la imagen de este Buda Maitreya, o Buda del futuro. El paseo se convierte en algo bastante «caóticamente organizado».

La otra forma, navegando por el río Ming, es mucho más relajada. Tomamos una embarcación en la orilla opuesta y tras un tiempo remontando las grisáceas aguas del río, nos detuvimos justo enfrente del Buda. Las vistas de la escultura eran soberbias y los visitantes que veíamos a lo lejos parecían hormigas moviéndose sin detenimiento. Todos aprovechábamos para hacernos fotos con el tremendo Buda al fondo.

En nuestro barco coincidimos con una excursión escolar y los niños estaban mucho más interesados en hacerse fotos con nosotros que con el gigantesco Buda. Seguramente pensarían que la escultura rocosa de Buda seguiría allí por muchos años y nosotros en ese momento éramos mucho más sorprendentes.

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