Domingo en una gran ciudad

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No parece una buena idea llegar en domingo a una gran ciudad, a menudo la actividad se ralentiza, muchos comercios están cerrados, las calles y plazas parecen adormecidas y en algunos casos casi desérticas pero China es diferente.

Llegamos a Kuming, esa que alguien bautizo como la “ciudad de la eterna primavera”, un domingo, pero salvo el trafico desde el aeropuerto, que según nos dijeron era mucho más fluido, todo parecía bastante animado. Así que aquí van algunas recomendaciones de lugares que podéis visitar si os pilla día festivo en la capital de Yunnan.

Quizás sea bueno comenzar por una visita tranquila como puede ser el Templo budista de Yuantong, un oasis de paz y relax y donde se pueden observar a preciosas muchachas vestidas con trajes tradicionales haciéndose fotos como si de modelos profesionales se tratara.

Otra visita muy animada en días festivos es el parque del Lago Verde, repleto de bellos lagos con inmaculados nenúfares y flores de loto y donde gentes de las diferentes minorías étnicas que habitan esta provincia bailan y cantan de forma animada. Es una muestra espontanea y cada uno muestra el orgullo de su etnia. También hay cantantes solitarios y por lo que pude observar, en alguno de ellos puede más la pasión por el canto que la calidad del mismo.

La medicina tradicional china está repleta de plantas, ungüentos y pócimas diversas y, por tanto, recomiendo visitar alguno de estos lugares clínica-farmacia donde nos puedan explicar las bondades de unos remedios milenarios.

Por supuesto, callejear sin rumbo fijo curioseando por pequeños establecimientos, quizás de té para conocer las particularidades del té de Yunnan, uno de los más afamados del mundo.

Y después de tanto ajetreo, seguro que comer algo siempre es una buena recomendación. Aquí van los nombres de algunos sugerentes platos típicos de Kuming, no os diré su contenido pero confiar en mí, seguro que os encantarán, “ganbei tudon si”, “gongbao jiding”, “mapo toufu”, por cierto suerte con los palillos.

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 📸 Gracias por las preciosas fotografías a Sonia Gomar y Juan Antonio Mota, dos de mis acompañantes en esta apasionante aventura 

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