He tenido el privilegio de sobrevolar en una pequeña avioneta el sobrecogedor desierto del Namib. Ver desde la altura las inmensas dunas de arena es algo que no se olvida.
Mi vuelo comenzó al atardecer y no despegue los ojos de la ventanilla ni un instante. He tenido la suerte de recorrer miles de kilómetros en muchos desiertos repartidos por todo el planeta pero siempre lo había hecho a ras de tierra. He caminado durante jornadas completas viendo a mi alrededor solo arena, he ido en potentes vehículos 4×4 o en cochambrosos camiones, incluso he participado en largas travesías a lomos de camello, pero hasta este viaje por Namibia no había tenido la oportunidad de sobrevolar un desierto a esta altura. Fue fascinante.
Cuando el piloto nos hizo señas de volver hacia el pequeño aeropuerto del que habíamos despegado me dio pena, por mi, hubiera seguido en las alturas disfrutando de tan increíbles vistas, pero todavía nos quedaba por ver algo enigmático antes de aterrizar.
Sobrevolamos los círculos de hadas, unas curiosas formaciones que se aprecian mucho mejor al sobrevolarlas y que hasta ahora se desconocía su origen convirtiéndose en uno de los grandes misterios del continente africano. Dimos un par de vueltas para sacar fotos y finalmente regresamos al aeropuerto. Abandone el lugar con varias preguntas y ninguna respuesta. ¿De dónde, como, porque habían surgido estas enigmáticas formaciones?
Bueno pues recientemente un equipo de científicos españoles ha descubierto que todo esto se debe a la interacción que existe entre las termitas y la escasa vegetación que hay en la región. Imagino que estarán muy satisfechos al desarrollar su teoría pero confieso que yo hubiera preferido seguir con la incógnita. La teoría mitológica de puertas hacia mundos sobrenaturales me parecía, aunque menos real, mucho más fascinante.
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