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Ayer, lunes 27 de febrero, fue un día muy importante para muchos países de tradición budista tibetana.

Según el calendario lunar de estos países, ayer se celebró el LOSAR o festividad del Año Nuevo. El año que acaba de empezar fue denominado como Año del Gallo de Fuego y corresponde según su registro al año 2.144.

Para los budistas, aunque esta festividad tiene su origen en los tiempos cuando en el Tibet se practicaba el bon, una religión prebudista, esta efeméride es uno de los momentos más importantes en su vida. En  países como India, Bhután o Nepal se celebran durante quince días múltiples ceremonias que servirán para purificar los obstáculos que se podrán producir en el año que acaba de empezar. La fiesta representa también la victoria del bien sobre el mal.

Los tres primeros días son los más importantes y es cuando por ejemplo se hace una limpieza completa de las casas y por supuesto de los altares, es también cuando se ponen de forma bien visible en todos los hogares los dibujos de los ocho símbolos auspiciosos y por supuesto en casas, templos y monasterios se renuevan las viejas banderas de oración por otras nuevas.

Yo también lo celebre, limpie a fondo mi altar de meditación y pedí porque este Año del Gallo de Fuego sea capaz de crear muchas y nuevas aspiraciones positivas para mí y para todos los que me rodean.

¡Tashi Delek¡

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