Decía El Principito, famoso personaje creado por el escritor francés Antoine de Saint Exupery: “El desierto es bello, agrego. Es cierto. Siempre me gustó el desierto. Uno se sienta sobre una duna. No se ve nada. No se escucha nada. Y, sin embargo, algo resplandece en silencio”. Desde luego cuando se sube caminando lentamente por la cresta de arena en la famosa duna 45 del desierto del Namib el paisaje es sobrecogedor, un bello escenario te rodea 360º a cada lugar que mires, otra cosa es lo del silencio. Este ascenso se ha convertido en una especie de romería dominguera y de silencio nada de nada. Esta duna con sus más de 100 metros de altura, no es desde luego la más alta de la región, pero sin duda, es la más visitada. Su acceso es fácil, se puede llegar en vehículo hasta la base y desde ahí ascender hasta la dorada cumbre. Ojalá a alguien se le hubiera ocurrido poner algún cartel de SILENCIO POR FAVOR. De todas formas y a pesar del parloteo generalizado me encantó subir y disfrute de las vistas. Allá donde mirara había un paisaje que parecía sacado de Marte. Eso si, hay un montón de dunas más y sin gente, solo falta decidirse por cuál de ellas y comenzar la subida. También a escasos kilómetros hay un lugar que me encantó, el Lago Muerto, era el escenario perfecto para seguir rodando la saga cinematográfica de Mad Max. En esta ocasión el silencio lo invadía todo. ¡Qué delicia!
Deja un comentario