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Mercado en un pueblo cualquiera. Frutos secos.

Mercado en un pueblo cualquiera. Frutos secos.

Una de las cosas que más disfruto en mis viajes es la visita a los mercados locales. Puedo pasar horas curioseando por los diferentes puestos sin darme cuenta que el tiempo pasa. Me entretengo haciendo fotos, charlando con los comerciantes, comprando, en la mayoría de los casos tras un arduo regateo, y revolviendo por los puestos donde siempre suelo encontrar algún objeto curioso. Si pensamos en la legendaria Ruta de la Seda la imaginación se nos irá inmediatamente a viejos bazares repletos de extrañas y valiosas mercancías.

Tayikistán fue un territorio atravesado por antiguas caravanas y todavía, esa esencia de antiguos mercados y bazares donde siempre hay un trasiego continuo de gentes, se mantiene muy viva. Algunas mercancías han cambiado desde las épocas antiguas, otras no tanto. Los lugares donde se encuentran frutas, verduras, carnes, especias, etc, sigue siendo colorida y cautivadora, pero también los tiempos avanzan y hay muchos objetos manufacturados de China. Lo que no parece haber cambiado es la simpatía y la sonrisa de los comerciantes y artesanos que muestran orgullosos sus productos ante los ojos curiosos de un extranjero.

En este, mi último viaje, he deambulado entre algunos mercados famosos como el de Dushambe, Khujant o el afgano de Khorog, en Tayikistan o por el de Osh en Kirguistán. Este último ostentaba, hasta hace poco y antes de haber sufrido un reciente incendio, el honor de ser el mercado más grande de Asia Central.

También visite algunos otros mercados y bazares mucho más pequeños pero igualmente encantadores en pueblos anónimos, de todos ellos guardo buenos recuerdos e historias para contar. ¿Y a ti te gustan los mercados?

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