Rate this post

IMG_20160309_134434573

El primer momento inolvidable fue en las tierras de Damarland, hábitat del elefante del desierto, ese ejemplar capaz de estar hasta 4 días sin beber y que mueve continuamente sus orejas para ventilarse. Pudimos ver una familia con una pequeña cría que no se separaba de su madre, detuvimos el vehículo y a disfrutar de tan emocionante espectáculo, los tremendos animales estaban a escasos metros de nosotros pero ni siquiera se inquietaron, nosotros obviamente felices y emocionados.

El segundo momento inolvidable fue en el Parque Nacional Etosha,, allí entre otros animales vimos pasearse tranquilamente frente a nosotros y casi como si de un modelo se tratara, a un tremendo rinoceronte, ese animal que siempre me pareció perteneciente a otros lejanos tiempos del pasado, su caparazón parece hecho de placas metálicas y su cuerno, muy cotizado en los mercados asiáticos bajo el pretexto de tener poderes mágicos les lleva a menudo a ser cazados de forma indiscriminada. Y por último, pero no menos emocionante, siempre lo es, cuando en la Reserva de Erindi tuvimos frente a nuestro vehículo a tres poderosos y soberbios leones. Según nos contó el guía que nos acompañaba en esta visita, eran tres hermanos y estaban tumbados plácidamente a la sombra de un árbol. Ya se sabe que ver a un león en acción no es fácil, casi siempre están reposando y medio adormecidos pero observar su estampa y quizás tener la oportunidad de oír su rugido es suficiente motivo como para sentir un ligero cosquilleo de emoción. Por algo le llaman el «Rey de la selva».

Deja un comentario