Viajes Angulares: Monasterio de Labrang

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Dormimos en Xiahe y ese día madrugamos. Estábamos impacientes por visitar el Monasterio de Labrang, uno de los más importantes de los gelupas. Son denominados «gorros amarillos» por el color de sus tocados, y fue fundado en el año 1.709.

Tras un desayuno típico chino, es decir, sopa de arroz y momos, allí estábamos nosotros camino del inmenso recinto del Monasterio de Labrang. Pagamos nuestra entrada, que da derecho a realizar una visita guiada por un monje. Es fundamental hacerlo así, ya que muchas dependencias del monasterio están cerradas. No es posible acceder a ellas si no es de esta manera.

En Labrang hay más de 1.200 monjes, pero hasta allí llegan diariamente centenares de visitantes y peregrinos para realizar la Kora. Es decir, dar vueltas al rededor del monasterio en el sentido de las agujas del reloj y girando las 1.174 ruedas de oración. Con sus más de 3 kilómetros de largo lo convierten en el monasterio más largo del mundo.

En Labrang se respira espiritualidad, pero también hay momentos de goce mundano. Como es la salida de la escuela de los monjes más jóvenes y que se divierten jugando al fútbol.

Nosotros tuvimos la oportunidad de asistir a una ceremonia con centenares de monjes entonando rezos y mantras. Comenzó en el exterior de uno de los templos y continuó mas tarde en el interior. Con la luz tenue de las velas, el rancio olor de la mantequilla hecha con leche de yak y el ritmo imnótico de los mantras, sentí, abstraído por el entorno, que el mundo se detenía.

Ya lo dijo hace tiempo Mafalda: «Que paren el mundo que me bajo». Yo en aquel instante me bajé del mundo. Nada más me importaba en ese preciso momento. No duró mucho, pero sin duda fue una gozosa experiencia.

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