Navegando por el río Brahmaputra

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Bellas imágenes al atardecer navegando por el río Brahmaputra

No soy de aquellos que les entusiasma navegar, tampoco colecciono ríos para presumir en mi currículum viajero. Pero si hago memoria veo que he navegado por los ríos más importantes del planeta. El Nilo, Zaire, Yukon, Amazonas, Sepik, San Juan, Baker, Mekong, Irawady, Amarillo, y otros muchos son parte ya de mi vida viajera.

En mi último y reciente viaje a India, a los territorios del noreste, he tenido la oportunidad de navegar de nuevo por el río Brahmaputra, ese que nace en el Tibet, en un glaciar cercano al monte Kailash. Quizás esta es la montaña más sagrada para los hinduistas y también para los budistas tibetanos; motivo por el cual cada año miles de peregrinos acuden a realizar la circunvalación de esta montaña generando con este acto buena fortuna.

El hijo de Brahma, que significa Brahmaputra, gira al este por tierras tibetanas desde su nacimiento, pasa cerca de Lhasa por el sur dando más adelante un giro hacia el norte y luego de nuevo al sur para entrar en India por el estado de Arunachal Pradesh. Desde allí circula orgulloso por el estado de Assam, entra y atraviesa Bangla Desh y desemboca tras 2.900 kilómetros junto al río Ganges en la Bahía de Bengala, el mayor delta fluvial del mundo.

Cerca de Jorhat se encuentra Niamati Ghat, lugar donde embarcamos en un cochambroso ferry para dirigirnos a Isla Majuli. La nave iba atestada de gente, vehículos, motos, pero como pasa siempre en India, cada uno encontró su espacio y acomodo.

Tras el pertinente toque de bocina comenzamos a navegar por las tranquilas aguas del río Brahmaputra. Era el atardecer, la mejor hora para fotógrafos y también para los viajeros románticos. Una brisa suave y fresca nos envolvía mientras nos cruzamos con otras embarcaciones. Algunos pasajeros jugaban con pasión a las cartas, otros dormitaban. Quizás para ellos esta travesía era algo muy cotidiano, desde luego no lo era para mí. Otros observaban simplemente el paisaje viendo como los colores del horizonte iban cambiando con rapidez. Algunos indios nos preguntaban sobre nuestro destino y nos pedían hacerse fotos con nosotros, no había nada que hacer, tan solo disfrutar de ese instante. ¡Qué maravilla!

Fue más de una hora de travesía y de relax tras unos días de intenso viaje, el río Brahmaputra nos hizo ese regalo antes de tocar tierra en la Isla Majuli.

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