Osos en Alaska

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De niño me encantaba ir al zoológico. Fueron muchos días cuando, acompañado de mi abuelo, disfruté viendo aquellos animales salvajes en la Casa de Fieras de Madrid.

Con los años, aprendí a gozar viendo a los animales en sus hábitats naturales y en completa libertad. Ya no me gustaban ni las jaulas ni los fosos, me daba mucha pena ver a los osos dando vueltas como autómatas en sus reducidos espacios, a los leones y tigres sin apenas sitio para moverse o a los hipopótamos bañarse en diminutos estanques.

Por eso, hace unos años, cuando pude observar cómo paseaban plácidamente una familia de osos grizzli en el Parque Nacional Denali en Alaska, me emocioné. La distancia era grande y fue con la ayuda de unos prismáticos los que me permitieron observar tranquilamente el lento deambular de los osos. Yo era de uno de los integrantes del Tundra Wilderness Tours y gracias al buen hacer y conocimiento de los rangers (guardaparques) conseguimos ver a los “big five” (cinco grandes), es decir, osos, alces, lobos, caribús y carneros salvajes. A mí lo que más ilusión me hizo fue sin duda observar los osos.

El día fue de lo más completo porque antes de acabar la jornada tuve también la oportunidad de ver el Monte Mckinley que con sus 6.193 metros es la montaña más alta de Norteamérica.

Para muchos visitantes de Alaska y de los lejanos territorios del noroeste canadiense, el oso es el animal más emblemático y nos lo recuerdan a menudo con multitud de señales y avisos.        

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