¿Por qué a tus amigos les encanta irse de vacaciones todos los años una semana a la playa y tú piensas que no es suficiente? ¿Antes de acabar un viaje estás pensando ya en cuál será el siguiente destino? ¿Te incomoda pasar más de 3 fines de semana seguidos en tu ciudad repitiendo planes? ¿Sientes que eres un inconformista o que a veces te cuesta encontrar compañeros de viaje porque pocos comparten tus mismas ganas? Entonces, puede que «padezcas» del gen wanderlust.
Se trata del gen viajero o, también denominado, DRD4-7R (y no, no es un personaje de la Star Wars). Es algo en común que une a todas las personas que de una forma u otra, nos sentimos nómadas y siempre tenemos el pasaporte a mano con fecha de validez. La causa de nuestras ganas de viajar y nuestro hambre de comernos el mundo tiene una razón de ser: un gen que únicamente el 20% de las personas lo tiene y sólo está activo en el 10% (según un estudio del Diario Oficial del Comportamiento Humano). Está en nuestro ADN.
Según expertos, el gen es más común en personas descendientes de corrientes migratorias que llegaron de África 50.000 o 70.000 años atrás. Chaunsheng Chen explica en este blog que entran en juego dos genes: el DRD4 que está asociado a la motivación y al comportamiento y una variante de éste, el ya nombrado DRD4-7R que es el promotor de la inquietud y la curiosidad de nuestras personalidades. Es el que impulsa a las personas a investigar, a explorar e incluso a asumir riesgos. Según Chen, las personas que tienen las mismas raíces que culturas migratorias, tienen un mayor índice de probabilidades de tener este gen.
Más tarde, David Dobbs de National Geographic, aseguró que este gen no sólo motiva nuestra inquietud y curiosidad sino que, efectivamente, está vinculado a la pasión por viajar. Dobbs está totalmente seguro de que este gen junto con su variante, hacen que las personas tengan una mayor afinidad para asumir riesgos como explorar lugares, ideas, comidas, relaciones, drogas o áreas sexuales: “Por lo general, quienes son portadores aceptan el movimiento, los cambio y la aventura”.
Sin embargo, los expertos recomiendan precaución y autocontrol con este gen que te puede llevar a ser «totalmente incontrolable», tal y como asegura Garret LoPorto de Huffington Post en esta investigación. En ella explica cómo, aunque este gen hace a quien lo porta, increíblemente creativo, pionero, hábil y mucho más dispuesto a sentir pasión por los viajes, también les puede llevar a perder la lógica y el razocinio.
En definitiva, son muchos los estudios y expertos que han intentado hallar algo en común en nuestra genética que explique por qué tenemos estas ansias de viajar y conocer el mundo y que nos une, además de nuestras ganas. Mientras se deciden, nosotros seguiremos explorando porque… sea lo que sea, estamos seguros de que pertenecemos a ese 20% de la población que «sufre» del gen wanderlust. Y tú, ¿lo tienes? 😉
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