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Cuadro en mi visita a Puerto Lockroy

Desde niño me sentí atraído por la Antártida, el continente helado. En aquellos años solo podía soñar y disfrutar leyendo los relatos de legendarias expediciones polares, pero el tiempo pasó y hoy en día me considero un persona muy afortunada, he tenido la gran suerte de viajar en varias ocasiones hasta aquella e inhóspita geografía ¿quién me lo iba a decir a mi?

En la Antártida, y hablo de viajes turísticos y no de las personas que viven y trabajan en las bases científicas, hay mucho que ver y hacer. Por supuesto observar soberbios paisajes, también disfrutar de una fauna salvaje y de vivir momentos inolvidables.

Algunos como yo, viajero fetichista, también disfrutamos visitando algunos de los denominados Sitios y Monumentos Históricos de la Antártida, es decir aquellos que están relacionados con antiguas expediciones, factorías balleneras abandonadas o refugios de obligadas invernadas y que se han conservado o recuperado para mostrarlos tal como fueron construidos en su día. Una delicia para viajeros nostálgicos como yo.

Hoy escribiré sobre Puerto Lockroy, o Base A para los ingleses que establecieron una pequeña base durante la Segunda Guerra Mundial. Situado en el archipiélago Palmer en los 64º49´S/63º30 Ó es un excelente puerto natural. Antaño fue usado por los balleneros y hoy se ha convertido en un curioso puesto de correos donde los turistas antárticos aprovechamos para saciar nuestra incansable sed de coleccionismo. También hay un pequeño museo donde se narra la historia del lugar con fotos antiguas, objetos como cajas de comida, botellas etc, y que permanece abierto durante el verano austral. Estas visitas que muestran la legendaria presencia humana en la Antártida es un complemento perfecto para cualquier viaje que se efectúe en tan inhóspito territorio.

Al abandonar el lugar, camino de mi barco el Antartic Dream, me topé con un pingüino albino, no sabía que existieran y desde luego lo “fusilé“ con mi cámara de fotos. Con este extraño recuerdo de Puerto Lockroy no contaba.

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