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La editorial Península acaba de publicar el libro  Grecia. Viaje de otoño. Hombres, dioses y templos en la cuna de Europa,  de mi buen amigo Xavier Moret. A través de las páginas del libro estoy viajando de nuevo por Grecia, un país que adoro.

Lo hice por primera vez hace muchos años cuando  estaba en la universidad. En aquellos años, me sobraba tiempo y me faltaba dinero, la combinación perfecta para liar a unos amigos y partir en una furgoneta Saba J4-1100 en un largo viaje atravesando Francia, Italia y la antigua, y no desmembrada todavía, Yugoslavia. Sin duda y por muchos motivos, fue uno de mis mejores viajes, lo recuerdo con añoranza. Viajábamos con total libertad, sin rumbo y cambiábamos de planes a cada momento. No teníamos demasiadas preocupaciones, tan solo, como dirían aquellos poetas de la generación beat, ”seguir en el camino“. Quizás y sin adivinarlo, ese viaje fue el que hizo que mi vida se trasformara en un largo peregrinar.

Uno de los lugares que me dejo impresionado en aquel primer viaje fue Meteora y sus monasterios, luego he vuelto al cabo de los años y aunque ya no fue lo mismo, su visita desde luego es imperdible para todo aquel que se considere un buen viajero.

Dice Xavier Moret en su libro que Meteora significa” suspendido en el aire “y que es un espacio pensado para los eremitas y desde luego así parece. Desde tiempo inmemorial los monasterios edificados en lo alto de las rocas han permanecido vigilantes y como guardianes de la religión ortodoxa. Es un mundo cerrado y sin apenas fisuras y donde los turistas y visitantes somos tan solo un mal menor y obviamente una buena fuente de ingresos. Un monje inspirado y sincero me confesó: “Si quieres saborear el verdadero mundo monástico griego, mas allá de una mera visita turística, no dejes de visitar el Monte Athos”. Y tome nota. Esa montaña santa, sede de un territorio autónomo y aunque bajo soberanía griega se mantiene vivo gracias a las antiguas tradiciones y formas de vida de los antiguos monasterios ortodoxos.

Agradezco al monje la propuesta,  pero confieso que solo valió para complicarme un poco más mi vida viajera. Desde entonces tengo en mente un nuevo reto y aunque sé que no es fácil conseguir los permisos  de acceso y estancia en el Monte Athos, estoy seguro que lo conseguiré.

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