Viajar por India es siempre vivir una experiencia llena de matices. La comida picante, el ruido casi permanente, la espiritualidad, las compras, el regateo y un largo etcétera se van desarrollando de forma intensa durante las 24 horas del día. Uno de los momentos top en cualquiera de mis viajes por India es cuando me monto en un ricksaw y por supuesto que lo hago muchas veces. Ese extraño y tan singular vehículo, es un híbrido entre carro y moto y sin duda uno de los emblemas de India. Los hay en todas las ciudades y sin ellos el trafico seria todavía mas caótico de lo que ya es. Sus expertos conductores, algunos con un toque de auténticos kamikazes, se mueven con pericia entre coches, autobuses, carros, bicicletas, vacas y todo lo que se cruce en su camino girando en espacios reducidos, el número de personas que caben en ellos es similar a aquella famosa escena del camarote de los hermanos Marx. Algunos han sido » tuneados» con innumerables adornos pero casi todos llevan en la parte delantera alguna figurita o adhesivo de algún dios protector y estoy seguro que a cualquiera de estas deidades no le faltará trabajo. Esos giros imprevistos que se producen en el último segundo a escasos centímetros de otro vehículo o esa destreza e impasibilidad de la que hacen gala los conductores no puede ser sino obra de los dioses.
En mi último viaje en Ahmedabad disfruté y sufrí a partes iguales con los ricksaw pero sin dudarlo me quedo con aquel conductor, algo mayor, de sonrisa sincera, y que nos llevó desde la parte antigua de la ciudad hasta el hotel. Desconocía el lugar, pero eso pasa muy a menudo, y no es suficiente motivo para rechazar a ningún cliente y mucho menos si es extranjero, y ya se sabe preguntando se llega a Roma. Cuando finalmente se detuvo frente al hotel, se giró hacia nosotros, hizo la señal con su pulgar hacia arriba, » Prueba conseguida».Tenía una tremenda sonrisa de satisfacción, estaba feliz……..Nosotros también, habíamos llegado sanos y salvos al hotel.
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