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Vista panorámica del pueblo

Vista panorámica del pueblo

En la región de Gokoyama, en el centro de la isla de Honshu, existe un pueblo precioso llamado Ainokura. Parece el comienzo de un cuento para niños pero realmente este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, es un paisaje de cuento de hadas y donde además de su belleza natural se ha conservado una forma de vida muy tradicional.

Sus habitantes son granjeros y algunas de sus grandes casas tienen más de 200 años de antigüedad. Construidas en madera y sin utilizar ni un solo clavo, están perfectamente integradas en el paisaje. Sus tejados, inclinados 60 º para poder soportar mejor las copiosas nevadas invernales, están hechos con paja y ramas y asemejan a unas manos juntas en posición de rezo, de ahí su nombre gassho-zukuri. Me pareció una explicación muy en sintonía con el espíritu japonés y me encanto. “Cada vez que entramos en la casa es como si entráramos  en un templo, en nuestro templo”, me dijo una anciana.

Tuve la oportunidad de acceder al interior de una de ellas, habitada desde hace varias generaciones por la misma familia hoy también la muestran orgullosos a los visitantes explicando su forma de vida. Sin duda mi paseo por Ainokura fue una bonita experiencia y muy diferente a todo lo que conocía de Japón.

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