Campos de lavanda

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Salir al campo siempre es un panorama fantástico. Supone el encuentro con la naturaleza y siempre es bueno para el alma.  

En los últimos tiempos, en los que nos gusta etiquetar todas nuestras actividades, se ha bautizado como “shinrin-yoku” (el arte bañarse en los bosques), esas salidas por la naturaleza; y julio es el mes por excelencia de la lavanda.

Muy cerca de Madrid, en los alrededores de Brihuega, en Guadalajara, nos encontramos con más de 2.000 hectáreas de esta aromática planta con la que se preparan innumerables perfumes. Las tierras de la Alcarria son tierras pobres, calizas y de temperaturas extremas tanto en invierno como en verano y por lo tanto es este, un excelente territorio para el cultivo de espliego, lavanda. Y como dice el refrán: “Unos cardan la lana y otros se llevan la fama” y de nuevo parece que la sabiduría popular se cumple. Los afamados campos de Lavanda en la Provenza francesa son conocidos por todos, pero la calidad de la lavanda alcarreña no tiene nada que envidiar a aquella.

Fue Álvaro Mayoral, el que, tras sus viajes a Francia en los años 60, se trajo varias plantas y probó a introducirlas. Tras algunos esfuerzos consiguió crear el vivero, parte del trabajo ya estaba hecho. Luego consiguió la primera plantación.

La planta produce durante 15 años, luego hay que desplantar, dejar que la tierra se recupere plantando algún cereal y de nuevo trascurridos tres años se puede volver a plantar de nuevo la lavanda.

El mes de julio es el de la floración y recogida y, por lo tanto, cuando los campos están en su máximo esplendor. Pasear, sobre todo al atardecer, cuando la luz es más suave y el calor aprieta menos, entre las innumerables e infinitas hileras de lavanda disfrutando de su dulce fragancia es uno de esos maravillosos espectáculos que la naturaleza nos brinda de forma gratuita.         

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1 comentario
  1. Félix Esteban Sancho
    Félix Esteban Sancho Dice:

    Qué razón tienes. Durante 14-15 años mi marido y yo estuvimos dedicados a esto (asesorados por el querido Álvaro Mayoral), ya estamos jubilados, pero seguimos enamorados de aquella época tan fragante. Gracias por el reportaje. Mercedes.

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