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Con Hanako Baba

Con Hanako Baba

En mi último viaje a Japón tuve la oportunidad de conocer en la ciudad de Kanazawa a una geisha, Hanako Baba. Lo hice en su residencia, una preciosa y antigua casa construida en madera con muchas pequeñas habitaciones y donde apenas había decoración y mobiliario, tan solo algunos adornos florales o valiosas caligrafías colgadas de las paredes. Lady Baba tenía una presencia que me impacto nada más verla, sus suaves movimientos y el tono de su voz eran muy cautivadores, se veía que dominada el arte de la hospitalidad. Mantuve con ella una larga conversación para conocer algo más de ese mundo tan enigmático y desconocido para los occidentales como son las geishas.

La palabra geisha surge en la antigüedad de dos caracteres chinos que significan arte y persona, por lo tanto estas mujeres, cuyo máximo esplendor se alcanzó en el siglo XVIII y principios del XIX, son expertas en canto, baile, tocan algún instrumento musical, dominan la ceremonia del té, la literatura, caligrafía y hoy en día, por supuesto hablan diferentes idiomas.

Su rostro siempre esta maquillado de blanco, las cejas de color negro y los labios de color rojo, de esta forma se asemejan a tradicionales muñecas. El peinado es también muy importante y elaborado dedicando muchas horas al día para su cuidado. Suelen vestir dos kimonos uno sencillo y sobre este, uno mucho más lujoso y elaborado. Todos sus movimientos son estudiados durante muchos años, una geisha desde luego no se crea de un día para otro, y no es desde luego algo sencillo.

Los precios de compañía de estas mujeres son muy elevados y hoy en día muchas de ellas ofrecen actuaciones mostrando sus artes a los turistas.

Al despedirme Lady Baba me dijo que le encantaba España, que había visitado recientemente San Sebastián donde había disfrutado mucho de la comida y los pinchos.

Intercambiamos nuestras tarjetas de visita, algo de obligado protocolo en la cultura japonesa y le prometí que si en alguna otra ocasión viajaba a Madrid yo sería su guía para mostrarla las viejas tabernas madrileñas. Acepto encantada.

Tendré paciencia y sabré esperar, no todos los días le surge a uno la oportunidad de ser el anfitrión de una verdadera geisha.

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