Un local tradicional donde beber sake
Quizás sea este refrán español la mejor recomendación que se le puede dar a cualquier viajero para que disfrute plenamente de su viaje en cualquier lugar del planeta.
En mi último viaje a Japón para recorrer las montañas de los Alpes japoneses me aficioné a acompañar las comidas con sake, la tradicional bebida nipona. No reniego por supuesto de las excelentes y numerosas cervezas japonesas pero en esta ocasión decidí darle una oportunidad al sake y me lancé a saborear decenas de variedades. Hasta entonces mi conocimiento de esta bebida se limitaba a los chupitos tomados en algunos restaurantes japoneses en Madrid, nunca la consideré como la bebida principal de una comida o cena.
El sake es una bebida con más de 2.000 años de historia, y al igual que los vinos en nuestro país, hay miles de variedades.
Puesto que es una bebida que proviene del arroz lo más importante es conocer el grado de pulido del arroz, cuanto mayor es el pulido mejor será el resultado, los mejores sakes tendrán un pulido superior al 70%, también es importante conocer el tipo de arroz, la levadura utilizada para su fermentación, el agua y por supuesto el toque maestro del “toji” (enólogo si hablamos del vino) que le dará una personalidad propia y diferente.
Debido a su poca graduación, entre un 13% y un 16%, no suele causar problemas… Se puede tomar caliente o frio, a mí me gusta más el frio, los vasos tradicionales son cuadrados y hechos de madera pero también se utilizan pequeñas copas de cristal.
En este último viaje visité un par de fábricas artesanales y confieso que además de haberme convertido en un gran aficionado a esta bebida también me encantan los preciosos diseños y diversidad de las etiquetas de las botellas. Todo un mundo.
Confío que este texto os haya gustado y brindo por ello con un excelente sake nigori, el Rihaku Dreamy Cloud. ¡Kampai!
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