El Caleuche

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El archipiélago de Chiloe en el lejano sur chileno es una tierra repleta de leyendas, misterios y seres mágicos.

Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI a estas tierras de “chelles”, gaviota blanca con cabeza negra, la bautizaron como Nueva Galicia, quizás por las muchas similitudes con la Galicia hispana.

En mi primer viaje por el archipiélago, hace ya bastantes años, recorrí a fondo la Isla Grande de Chiloe, mi interés radicaba en visitar alguna de las 150 iglesias de madera construida al estilo tradicional, sin usar ni un solo clavo, y que fueron declaradas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, pero también descubrí un mundo de misterios y seres mitológicos, como el del legendario barco fantasma, El Caleuche.

Cuentan en tierras chilotas que en los días de neblina es posible divisarlo e incluso escuchar la música que se oye a bordo mientras navega por los canales de Chiloe. Dicen también que sus marineros pueden transformarse en delfines y que su puerto final es la Ciudad de los Cesares, aquella que repleta de oro y enclavada en algún desconocido lugar de la cordillera de los Andes es como el Sangri-La del Himalaya donde sus habitantes vivan eternamente.

Francisco Coloane, el gran escritor chileno de la Patagonia lo definió como:“Es la nave de anclas de oro, escobenes y cadenas de plata, cordajes de aluminio y mástiles que son antenas invisibles”.

La gente tiene miedo de ser llevado al Caleuche porque los que hasta allí llegan ya nunca regresan. También afirman los marinos chilotes que cuando uno navega por aquellas aguas no se debe silbar ni cantar, tampoco armar desorden pues esto enoja al barco fantasma.

Verdad o fantasía, yo que he navegado por las aguas de Chiloe siempre hago caso a estas advertencias. Me encantan aquellas tierras del sur austral  pero tampoco deseo quedarme allí como tripulante eterno del Caleuche.

Viaja a Chile

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