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Hace ya bastantes años descubrí al poeta japonés del siglo XVII, Matsuo Basho. Considerado como uno de los grandes maestros del haiku fue también un gran viajero. Recorrió a pie gran parte del país, cuando no era ni sencillo ni muy seguro, buscando inspiración para sus poemas.

Cada vez que viajo al País del Sol Naciente intento visitar alguno de los lugares relacionados con el gran escritor y peregrino.

En el otoño de 1.689 Basho paso 9 días visitando Yamanaka Onsen, en la prefectura de Ishikawa, una zona de aguas termales que fue descubierta por un monje en el siglo XIV y hacia allí me dirigí yo en mi último viaje. Quería conocer el museo dedicado a Basho y pasear por aquellos paisajes que él reflejo tan bien en sus poemas.

El museo está en el centro de la ciudad, es pequeño pero muy interesante, tiene dos plantas, un precioso jardín y diversos objetos como laminas con poemas, dibujos, etc relacionados con Basho. También hay una pequeña tienda atendida por una señora que solo habla japonés pero que es muy atenta y servicial.

Complementaria a la vista del museo recomiendo recorrer la frondosa  Garganta Kakusenkei. El camino, de aproximadamente 2 kilómetros va paralelo al rio y se puede cruzar de una orilla a otro por unos fastuosos puentes. Quizás sea bueno llevarse a este paseo el libro de viajes escrito por Basho, Sendas de Oku, ese que comienza: “Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el año que llega también son viajeros.”

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