Ladak: el pequeño Tibet

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Desde que estuve en Ladack en agosto del año 2000 tuve un deseo, pasar allí un invierno completo, por el momento no he podido cumplir mi sueño. Pero nunca se sabe.
Viaje al denominado Pequeño Tibet tras un largo y venturoso viaje desde Manali. Como las informaciones que recibía desde la terminal de buses se contradecían día tras día opte por ponerme de acuerdo con una pareja de holandeses y una alemana para alquilar entre todos un vehículo 4×4, iríamos más rápido y además podríamos parar todas las veces que consideráramos oportunas para hacer fotos, parecía un buen plan.
El conductor se llamaba Patna, era simpático, poco hablador y enseguida descubrimos que su medida de tiempo preferida era “un rato”. Cada vez que le preguntábamos nunca nos contestaba diciendo horas o minutos, su respuesta era siempre la misma, ”falta un rato”. Nos lo tomábamos con sentido del humor.
Los aproximadamente 480 kilómetros que separan Manali de Leh, la capital de Ladakh, por la que es considerada una de las carreteras más peligrosas del mundo, trascurre por paisajes soberbios. A menudo hay avisos de precaución escritos en hindi, inglés y ladacki. Se circula por verdes valles abruptos rodeados de picos de más de 6.000 metros de altura y también por lugares desolados de alta montaña. El aire es tan limpio que hasta duele al respirar.
Para poder disfrutar del viaje lo mejor es hacer el mismo en un par de días. Existe la posibilidad de hacer el recorrido en un solo día pero eso implica viajar un tramo de noche y además de perderse los bellos paisajes no es muy recomendable. Si no hay ningún imprevisto tocara dormir en Sarchu, en unas tiendas de un destacamento del ejército indio a más de 4.500 metros de altitud. El frio y los dolores de cabeza por el mal de altura están casi garantizados.
Cuando avistamos Leh detuvimos el vehículo, hicimos fotos y nos abrazamos felices. Durante los próximos días nos vimos inmersos en un lugar de cultura tibetana sabiendo que llegar hasta allí no había sido fácil y que el trayecto tan solo había sido el preámbulo de una maravillosa experiencia. ¡Julley Leh!

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