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Panel explicativo del armaPocos occidentales llegan hasta lzhevsk, no hay mucho que ver en esta industriosa ciudad rusa situada en las estribaciones de los montes Urales. Yo lo hice en mi viaje por Siberia, a lomos de la legendaria moto rusa URAL. Nos detuvimos en la ciudad para realizar algunos ajustes técnicos y aprovechamos para visitar el museo Kalashnikov.


No soy amante de las armas y mucho menos de las guerras pero este arma, el kalashnikov, es historia viva del siglo XX y todo un icono en la antigua URSS. No pensaba escribir nada sobre este lugar pero con los últimos acontecimientos acaecidos en Paris parece que todo el mundo habla del famoso fusil de asalto y pocos conocen realmente su historia.

Un militar ruso Mijail Timofeevich Kalashnikov combatiente en la Segunda Guerra Mundial sufrió en sus propias carnes el mal rendimiento de las armas de los combatientes rusos, decidido a crear un arma ligera, potente, sencilla, práctica y sobre todo de fabricación muy económica se puso manos a la obra. En seguida dió con el arma perfecta convirtiéndose desde entonces en el arma de fuego de mayor producción con más de 80 millones de ejemplares fabricados.
Durante la Guerra Fría la URSS proporcionó a todos sus países aliados innumerables ejemplares a muy bajo costo. Por eso, en muchos países cobijados bajo el paraguas de la ideología comunista y donde triunfaron las revoluciones, el kalashnikov, conocido también como AK-47 fue protagonista en todas ellas.
De hecho, en la bandera nacional de Mozambique, Zimbabue o en la del grupo chiita Hezbola está dibujada el arma.

Hace años en un viejo zoco en la ciudad de Sanaa, Yemen, un comerciante insistió en venderme uno en perfecto estado de uso. Su precio era irrisorio pero la sensatez me hizo rechazar la propuesta. Nunca me arrepentí de no haberlo comprado.
El museo es un tremendo edificio. Tiene un par de plantas y en sus salas hay diversos panales, cuadros, fotos, condecoraciones, maniquíes de soldados uniformados y por supuesto retratos, esculturas y diplomas del inventor de la dichosa arma.

Mi visita coincidió con la de un colegio, recuerdo las caras entusiasmadas de algunos niños, ignoro las explicaciones que les daban pero se les veía muy contentos. La estupidez humana no tiene límites y buena muestra de ello son las palabras que dijo el inventor de la mortífera arma: “El fusil o arma en si no mata. Son las personas las que disparan y no puedo hacerme responsable de que alguien utilice mi invento de forma equivocada”. Sin comentario.

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