En el año 2.003, la sala de Exposiciones de la Caixa, que por aquel entonces estaba situada en la calle Serrano de Madrid, organizó la exposición Los reinos del Nilo en Sudán, editando por tal motivo, un extenso y documentado catálogo. Si ya hacía tiempo que deseaba visitar aquel desconocido país, tras salir de la muestra, tome una determinación, había llegado el momento de partir hacia el gigante africano.
Algo sabia yo de los nubas, una tribu que habitaba la zona sur de Sudan, por aquel entonces un único país, pero eran tiempos de guerra y de conflictos étnicos y religiosos y esa región estaba cerrada al turismo. El norte, del que apenas tenía información, parecía muy interesante a la vista de la exposición y hacia allí dirigí mis esfuerzos viajeros.
Meroe, se encuentra en una curva del Nilo a unos 200 kilómetros de Jartúm y está declarada Patrimonio de la Humanidad. Fue la capital durante más de 7 siglos de un poderoso reino, y sorprende al viajero, como no hacerlo, cuando se puede deambular sin restricciones por una extensa superficie plagada de más de 200 altas y sobrias pirámides.
Yo llegue sin ninguna expectativa pero desde luego no podía imaginar lo que allí me encontré, un lugar absolutamente único y sin ningún turista en kilómetros a la redonda. Hice una visita por la mañana con un sol de justicia y un agobiante calor, pasee buscando sombras donde resguardarme y accedí al interior de alguna de estas pirámides que fueron concebidas como hogar para los muertos. Regrese de nuevo por la noche y todavía lo disfrute mucho más. Tuve mucha suerte ya que esa noche hubo luna llena, el lugar se convirtió entonces en algo mágico. Una ligera brisa barría la fina arena del desierto, no se oía ni un ruido, todo era calma y quietud y la luz de la luna iluminándolo todo. Sombras fantasmagóricas lo inundaban todo. Me senté sobre una roca e imagine como habría sido aquel lugar en su época de mayor esplendor. Aquella experiencia se convirtió desde entonces en uno de mis momentos viajeros inolvidables.
Al día siguiente cruzamos el omnipresente Nilo en un destartalado ferry. Nos dirigimos entonces en busca de la 4º catarata. Sudan tenía reservado todavía muchas agradables sorpresas……
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