Este viaje comenzó en Guyana Francesa, de ahí al antiguo enclave holandés y hoy país independiente de Surinam, por caminos y ríos selváticos llegue hasta Guyana, antigua colonia inglesa y finalmente acabé este periplo en las islas de Trinidad y Tobago, país independiente y que es más joven que yo, ya que hasta 1.962 no alcanzó su independencia.
Desde Georgetown, Guyana, se tardan unas dos horas de vuelo en un pequeño avión de hélice hasta aterrizar en Trinidad.
Estas dos islas forman un mismo país pero con personalidades muy diferente cada una de ellas. Trinidad es la más grande y desarrollada y Tobago mucho más pequeña y de ambiente calmado y caribeño.
Al taxista que nos llevo desde el aeropuerto al hotel le hizo mucha gracia que en España se hablara español, no sabía dónde situar nuestro país. Para él, Europa era solo Francia, Inglaterra e Italia, el resto de países ni existían y por supuesto que hablaran español debía ser un error.
A Tobago llegamos en ferry. Es una isla preciosa y con unos enclaves para bucear bellísimos. Un lugar para relajarse pero también para realizar buenas caminatas. Para los amantes, yo no lo soy, de la observación de pájaros, un paraíso. Y para los amantes de la música afrocaribeña, yo tampoco lo soy, como el calipso esta isla es el santa santorum.
De Trinidad es V.S.Naipaul, el premio Nobel de Literatura de 2001 y de él me lleve a este viaje el maravilloso libro, Una casa para el señor Biswas. No tenía yo en alta estima a este escritor, sigo sin tenérsela, a nivel personal hablo, pero disfrute cada párrafo de esta historia y desde luego os recomiendo su lectura. Desde entonces, cada vez que leo alguno de sus libros, recuerdo los días que pase en Trinidad y Tobago, antaño legendarios enclaves de piratas. Otro motivo más para arribar a estas dos islas.
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