Dali, la otra cara de la moneda

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Parece que las tiendas “de todo a 100”, los innumerables artículos ‘made in China‘ de dudosa calidad, los restaurantes de decoración chirriante y hortera son un patrimonio chino que se implanto en nuestro país. Viajando por las extensas provincias de Yunnan y Sichuan en el suroeste del país uno descubre una China preciosa y que no tiene mucho que ver con la imagen preconcebida que podemos tener del gigante asiático.

Y como muestra vale un botón, hoy os contare sobre la deliciosa ciudad de Dali situada a tan solo unos 60 kilómetros de Kuming.

La ciudad antigua es relativamente pequeña y conserva todavía muchas casas construidas con los parámetros de la arquitectura de la época Ming. Es también una de las pocas ciudades que todavía conserva completa la antigua muralla de piedra con cuatro puertas principales orientadas según los cuatro puntos cardinales.

Pasear por sus calles adoquinadas, por donde circulan pequeños canales de agua, es retroceder en el tiempo y, desde luego, cuesta poco imaginar lo que debió ser esta ciudad en la antigüedad. Hoy en día, muchos turistas chinos recorren sus estrechas callejuelas y rincones curioseando por sus tiendas.

Quizás, lo mejor sea deambular sin rumbo fijo y sin mirar el reloj; aunque no siempre es fácil hacerlo. En una de estas puede ser, que escondida en un pequeño callejón, localicemos la preciosa iglesia católica de arquitectura china.

Y como a nadie le amarga un dulce, antes de abandonar Dali, me comí un dulce típico de la ciudad relleno de pétalos de flores. Algo, sin duda, más exótico que exquisito, pero ya se sabe “donde fueres haz lo que vieres”.

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