En la carretera

Jack Kerouac perteneció a la denominada generación beat, un grupo de escritores norteamericanos que en la década de los años 50 escribieron y mostraron al mundo su desencanto.

A través de sus libros iniciaron una nueva forma de ver las cosas ejerciendo una gran influencia en el posterior movimiento hippie. Quizás la obra más representativa de este movimiento sea On te road (En la carretera) del propio Kerouac y donde narra los viajes que realizo junto a sus amigos por Estados Unidos y Méjico entre 1.947 y 1.950.

Para cualquier viajero que se precie de serlo, estar “en la carretera” es sinónimo de felicidad. Ese eterno e infinito peregrinar, esas ansias de movimiento es lo que para muchos de nosotros se convierte en algo vital. Me gusta y disfruto mucho ese desplazamiento geográfico en el espacio y también en el tiempo, pero también con los años he descubierto que todos esos viajes realizados en el exterior me han servido para realizar otro mucho más importante hacia el interior, validando esa frase de que “cuando hacemos un viaje este es el que finalmente nos hace a nosotros”. Muchos kilómetros a las espaldas, muchos países y lugares visitados, muchas situaciones imprevistas vividas, muchas gentes, culturas y religiones observadas, han hecho que mi mirada se haya transformado y sea muy diferente a la que tenía cuando comencé a viajar.         

Recientemente acabo de estar de nuevo “en la carretera”, en esta ocasión recorriendo las legendarias y muy desconocidas tierras de Yunnan y Sichuan en China, donde el budismo tibetano lo impregna todo. Ya conocía esta zona de anteriores viajes pero como cada periplo es diferente, como también lo somos nosotros, he vivido situaciones y momentos únicos que os iré contando los próximos días.