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Mapa actual de la isla de Socotra

Mapa actual de la isla de Socotra

Ahora no es desde luego el mejor momento para viajar a Yemen, el legendario país de la Reina de Saba, y es una pena ya que me encantaría volver a la enigmática isla de Socotra.

Conocí bien el país situado en la península Arábiga. Viajé a él por primera vez cuando todavía eran dos países separados, entonces solo era posible acceder a Yemen del Norte, más tarde vino la reunificación y pude transitar por las legendarias pistas que antaño recorrían las caravanas de incienso en el valle de Hadramaut y deambular también por la muy literaria ciudad de Adén. Finalmente y gracias a mi amigo Abdo me lancé a viajar a la isla de  Socotra: un mundo perdido, situado en el océano Índico frente al golfo de Adén.

Socotra era conocida desde la antigüedad por producir el más valioso de los inciensos y también por poseer la fórmula de un milagroso ungüento que se producía con la resina del drago y que era un excelente cicatrizante. Cuentan que hasta allí, llegaron emisarios enviados por Alejandro Magno para conseguir tan preciada medicina. Pero no era fácil arribar a Socotra ya que la isla quedaba aislada durante seis meses al año debido a los terribles vientos y peligrosas mareas, no había barco ni marino que se arriesgara a navegar por tan peligrosas aguas.

Desde hace unos pocos años los aviones aterrizan en su pequeño aeropuerto y la isla se hizo entonces más accesible, pero siguió siendo igual de enigmática e interesante para los viajeros. Algunos la han identificado como otras islas Galápagos debido a la gran cantidad de plantas y animales endémicos que atesora en su territorio, otros la identifican, en cambio, como el Mundo Perdido que imaginara Arthur Conan Doyley y cuentan que hasta el mismísimo Marco Polo arribó a tan legendario lugar en busca de ballenas.

Para mí, resultó sorprendente descubrir un paisaje diferente cada día y hacerlo además en completa y absoluta soledad. Adib, mi valioso y experto guía conocía mil y un lugares únicos y maravillosos, pero sentí que me faltó más tiempo para poder desentrañar muchos de los misterios que escondía la isla de Socotra. Prometí volver, pero los avatares de la sinrazón humana no lo están poniendo nada fácil en este momento en esta parte del planeta. Ojalá pueda regresar pronto, a la que Jordi Esteva bautizara en su excelente libro como «La isla de los genios». Insallah.

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