Islas Galápagos

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Hay un restaurante mejicano en Madrid que se llama ‘La panza es lo primero’, y hoy mi texto va precisamente sobre una recomendación gastronómica.

Para muchos, las islas Galápagos son una especie de laboratorio donde la vida salvaje apenas se ha visto alterada desde hace siglos. Yo aterricé allí en agosto de 1996 en un vuelo que partió de Quito. Durante dos semanas, recorrería casi todas las islas del archipiélago donde el naturalista Charles Darwin desarrollo su teoría de la evolución de las especies. Visitaría a Isabela, conocería al solitario Jorge el último ejemplar de su especie, también la estación Charles Darwin, dejaría una postal en el post office de Floreana, bucearía entre tiburones, observaría los reclamos de las fragatas macho dándose golpes con el pico en su hinchado pecho para atraer la atención de las hembras, andaría entre campos de lava, vería pingüinos, piqueros de patas azules, preciosas y prehistóricas iguanas y un largo etc.       

Pero como dije al principio, hoy mi recomendación va sobre gastronomía. Aquí la tenéis. Fui al diminuto kiosko de William en Puerto Ayora en la isla de Santa Cruz porque me lo recomendó en Quito mi buen amigo Xavier Serrano, nacido en Galápagos. En aquel momento, era un sencillo lugar que solo abría por la tarde y, ya antes de hacerlo, tenía una larga cola de clientes esperando; y cerraba cuando se acababa la comida, que sucedía con bastante rapidez. Allí se iba a degustar los exquisitos “encocados”, plato típico de Esmeraldas de donde era William, y los diferentes y suculentos guisos del día.

Ahora, antes de escribir, he curioseado por internet para confirmar que sigue abierto y veo que, aunque han pasado más de 20 años, y que ya no son 40.000 turistas los que visitan anualmente el archipiélago, sino 200.000, el kiosko de William sigue abierto y él mismo sigue cocinando.

Si viajáis a Galápagos, hacedme caso: pasad por el puesto del negro William. Yo si regreso a Puerto Ayora volveré y le pediré su exquisito encocado de camarón. Solo de pensarlo me relamo. 

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