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Siempre que viajo a Chile me pego un buen “chute” de naturaleza. Intento descubrir lugares nuevos y la verdad es que eso no es muy difícil, ya que Chile, tal como lo definió el escritor Benjamin Subercaseaux, es un “país de loca geografía”. En esta ocasión me lance a conocer la Reserva Nacional de Ñuble en la precordillera andina, una de las áreas de mayor diversidad de Chile. Está situada a unos 70 kilómetros de Chillan, donde por cierto siempre es agradable hacer una parada para disfrutar de su colorido y bien surtido mercado de frutas, verduras y artesanías.

Llegue a la entrada de la reserva en un potente vehículo 4×4 ya que el camino no está asfaltado. Tras aparcar en un lugar acondicionado cruzamos un portón de madera y accedimos a un lugar de paisajes fantásticos donde hay diversos recorridos señalizados.  A partir de ese momento tocaba subir y bajar montañas, trepar por riscos, acercarse a preciosos pozones de gélidas aguas, cruzar ríos de fuertes corrientes, unas veces dando saltos y haciendo equilibrios sobre piedras y otras caminando  por recios puentes de madera.

El paisaje predominante es de preciosos bosques de lengas, lleuques y cipreses y según cuentan, a veces es posible ver los esquivos huemules, una especie de ciervo en peligro de extinción y que habita las zonas andinas de Chile y Argentina. Yo no tuve suerte y no vi ninguno, quizás ya sea este un motivo más que suficiente para volver a la Reserva Nacional de Ñuble.

Por cierto descubrir este maravilloso lugar no habría sido posible sin la ayuda y conocimiento de Claudio Gallardo y Cristina Artigas, mil gracias compadres, os debo una.

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