No hay mal que por bien no venga

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Suiza

La entrada de hoy es la continuación de la que publiqué el pasado lunes 14 de diciembre, titulada OTRA VEZ SERÁ.

Llevo viajando desde hace un montón de años y si algo he aprendido después de tantos kilómetros a mis espaldas es que las ideas preconcebidas y los planes estrictos no se cumplen casi nunca, a menudo hay que variarlos, precisamente en esto debería radicar la esencia de un buen viaje, en tener la capacidad de disfrutar del momento sean cual sean las circunstancias y  saber adaptarse a las inconvenientes. Os aseguro que funciona.

Debido a la tormenta Joachim que no me permitió realizar ninguna excursión en Zermatt para poder observar el Matterhorn, tuve que cambiar mis planes. Tengo que confesar que al final tuve suerte con la dichosa tormenta porque me permitió visitar la base de la compañía Air Zermatt de la que hasta ese momento no conocía nada.

Desde la oficina de Turismo de la ciudad me prepararon la vista y realmente fue una experiencia única, de esas que le dejan a uno un regustillo de haber descubierto algo increíble. La compañía de helicópteros Air Zermatt fue fundada en 1965 y se dedica a los muy complicados rescates de montaña. Sus hangares están a las afueras de la ciudad, cuando llegue me estaban esperando. Me llevaron a una sala de reuniones donde  proyectaron varios videos mostrando su duro trabajo, las imágenes eran bellísimas pero impactantes, la pericia de los pilotos y de los rescatadores  eran increíbles.  Luego bajé a los talleres donde se encontraban los inmaculados helicópteros pintados de rojo, me los mostraron y explicaron las diferencias entre unos y otros, subí en ellos, hice fotos y por supuesto mantuve animadas e ilustrativas charlas con los pilotos sobre su quehacer cotidiano. La compañía Air Zermatt ha sido galardonada con innumerables diplomas, quizás el más importante fue el  Premio  al Heroísmo por un difícil y casi imposible rescate que realizaron en abril del 2010 a 7.000 metros de altura en el Annapurna.  Aunque como me dijo uno de los jóvenes, pero ya veterano piloto en estas lides, “Nuestro mayor premio es cuando conseguimos rescatar a alguien que sin nuestro trabajo moriría. Esas miradas de agradecimiento son nuestra mayor recompensa”.  Salí de los hangares con un chute de optimismo y por supuesto quitándome el sombrero ante tipos de esa categoría humana. Así que gracias a mis planes truncados descubrí Air Zermatt, bendita tormenta Joachim.

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