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Desde el evento más pequeño hasta el mayor de los viajes de incentivo exigen un compromiso permanente con el cuidado en los detalles.


La empatía se ha convertido en un valor al alza en el sector MICE, donde los profesionales con experiencia, tienen el deber y obligación de trasladar sus vivencias y conocimientos a cada servicio para el que son contratados, con el fin de lograr el objetivo para el que cada evento ha sido diseñado.

Es precisamente este cuidado con los detalles, lo que buscan aquellas empresas que contratan a un asesor para la gestión de sus eventos MICE. Tanto las reuniones del día a día, como el más mimado de los viajes de incentivo, deben cumplir con su objetivo de difundir un mensaje de cuidado máximo hacia los participantes bien sean invitados internos o externos.

La preparación de un viaje de incentivo, no debe dejar nada al azar: no hay lugar para la improvisación, el buen profesional siempre debe contar con una gran capacidad de resolución y disponer de un perfecto plan B para las actividades o servicios que puedan verse alterados por una razón de fuerza mayor.

Pero no sólo el incentivo debe contar con los cinco sentidos del agente puestos sobre él, sino que cada evento debe contar con el máximo respeto y cuidado desde su planteamiento hasta su finalización por mínimo que sea.

Y es que no hay mayor satisfacción que el encontrar todo tal y como uno había esperado, que aquellos a quienes confiamos nuestro evento, se adelanten a nuestras necesidades y conozcan nuestras preferencias.

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